*Aclaración: el presente texto no pretende justificar, alentar ni condonar práctica ilegal alguna…*

Con el horizonte cibernético nuevamente amenazado por nubes oscuras de leyes que atropellarán la libertad individual en aras de «cuidar» los intereses de las empresas multinacionales que son «generadoras de contenido», los políticos a la vanguardia de estos intentos de control (que, fortuitamente para ellos, los benefician tanto o más que a las empresas que «defienden») suelen escudarse en las «millonarias pérdidas» que dichas empresas «sufren» cada año.

Según estos Titanes de largos colmillos del juego político internacional, para que las empresas puedan seguir «funcionando» y «manteniendo íntegras sus plantillas laborales», la piratería tiene que terminar.

Vale aclarar que el presente escrito no pretende justificar, ni hacer apología de la piratería, pero… ¿es cierto lo que dicen? Si no paran al monstruo… ¿las grandes generadoras de contenido se derrumbarían?

Como todo en la vida, nada es totalmente blanco o negro, así que la respuesta a estas preguntas es «depende»; y sí, son varios factores los que entran en juego para realmente poder decir que la piratería equivale a un «robo», o que es un «peligro» para las empresas (porque ojo, no siempre la piratería representa ambas cosas para una empresa).

Porque, no sé ustedes, pero escuchar quejas y lamentaciones de empresas con ganancias de miles de millones de dólares por «pérdidas» causadas por la piratería (cuyos cálculos y cifras nada tienen que ver con la realidad), me parece tan reprobable como el robo mismo de contenido… y más aún si tomamos en cuenta los extremos a los que se están mostrando capaces de llegar para evitarlo.

Quizás lo primero por aclarar, para empezar a ver la diferencia entre las muchas caras de la piratería, es ver cómo la pintan generalmente los grandes empresarios; pues ellos «calculan» sus pérdidas bajo un esquema mañoso y algo tendencioso… para ellos cada descarga o venta de contenido apócrifo equivale a una venta perdida, pero… ¿Lo es?

¿Venta/descarga pirata = Venta/descarga legal perdida?

Obviamente existen personas que tienen el poder adquisitivo para comprar contenidos originales, pero optan por comprar contenido pirata porque gastan menos en cada contenido y pueden comprar más… pero hay que ser justos y decir que una gran parte del público de estos contenidos apócrifos no tiene el nivel económico para hacerse de ellos… personas que de no tener la posibilidad de adquirir productos pirata, menos aún podrían pagar los originales. Tan solo con esta primera consideración ya se puede tener en cuenta que los cálculos de pérdidas de las grandes empresas están por demás exagerados, y de forma maliciosa, puedo agregar.

Pero eso no es todo… hay un mercado particular de ciertos contenidos que consume piratería, pero que cuando el contenido «oficial» sale al mercado, también lo compra… este mercado es el de los «fans» y es uno grande… y que crece continuamente.

Los fans usualmente buscan ver, leer o escuchar los contenidos de sus cantantes, actores, directores o escritores favoritos ANTES QUE NADIE, por lo que si se presenta la oportunidad, la aprovechan… pero, generalmente, los fans son un público leal, que se precia y enorgullece de poseer versiones originales de aquello que les gusta, así que, tras haber disfrutado antes que nadie su disco/libro/filme/cómic/etc favorito en forma pirata, por increíble que les suene a las empresas, TAMBIÉN LO COMPRAN LEGALMENTE… así que es válido preguntar a los generadores de contenido… «¿Es realmente cada descarga y/o compra de material pirata una venta menos para ustedes, como nos han querido hacer creer?»

¿Pérdidas millonarias?

Siempre nos hablan de que la piratería causa pérdidas millonarias, aunque en el anterior apartado de este escrito se ha visto que dichas pérdidas son mucho menores a lo que se anuncian.

Sin embargo, hay industrias donde el peso de la piratería se siente mucho más que en otras, porque el consumo de contenido pirata es alto (y porque los contenidos son menos accesibles y quienes los consumen no lo hacen por probar el contenido antes que nadie, dado que rara vez se libera antes que su original), como la de los videojuegos (aunque diversas campañas y esfuerzos regionales de empresas líderes de esta industria como Microsoft o Sony han logrado aminorar de una forma considerable el consumo de productos piratas).

La industria de los videojuegos debería ser un caso de estudio (y un ejemplo) para otras industrias que padecen y se quejan de la piratería… ¿Por qué?, porque aunque también ofrezcan la visión manipuladora que busca equiparar la venta o descarga pirata a una venta perdida (que como hemos visto, no siempre es verdad), tomaron acciones para afrontar el problema y aunque aún existe (y existirá mientras haya gente que no pueda costear productos originales), si ha fortalecido entre una gran cantidad de personas, que pueden pagarlo, una cultura de adquirir productos originales.

Siempre habrá rezagados que adquieran productos pirata pudiendo comprar originales, pero, a diferencia de las décadas de los 80’s y 90’s, en México se ha vuelto algo mucho muy mal visto, precisamente gracias a los esfuerzos que empresas líderes han realizado, no solo en concientizar, sino en establecer raíces en las diferentes regiones, con contenidos dedicados a la gente que las habita… y promociones exclusivas para quien adquiere productos originales.

No por ello, a pesar de ser una de las industrias más fuertemente golpeadas por el fenómeno, la de los videojuegos ha aumentado en alcance, poder y ganancias.

Es común que videojuegos de sagas populares (como Halo, Gears of War, Call of Duty, Assasins Creed y un larguísimo etcétera) alcancen en un día ganancias de cientos de millones de dólares, que hacen ver a lo recaudado por las películas más taquilleras en sus días de estreno como centavos en la lata de un mendigo afuera de un centro comercial.

Los que pierden, por supuesto, son los estudios pequeños… sobra decir, sin productos muy llamativos… y eso no solo en la industria de los videojuegos… sino en cualquiera, lo que me lleva al siguiente punto.

Piratería: ¿La «selección natural» de lo comercial?

Anne B. Ragde

Anne B. Ragde: Escritora noruega que se quejó públicamente sobre la piratería, protegiendo sus intereses como creadora de contenido. Posteriormente sería puesta en evidencia por su propio hijo por descargar música ilegalmente y comprar bolsos piratas.

Si bien no puedo enfatizar lo suficiente que este escrito no pretende alentar ni justificar a la piratería, vale decir que, en nuestra sociedad, se espera que deplorar o reconocer lo nocivo del extremo de un espectro signifique e implique reconocer la validez del extremo opuesto… olvidándose constantemente que los extremos (a ambos lados de cualquier espectro) son negativos… así que tan mala es la piratería como las prácticas anti-éticas a las que cada vez más empresas, coludidas con políticos, buscan imponer para detenerla.

Con ello en mente… ¿A quién afecta realmente la piratería?

Ciertamente no a los videojuegos más populares, ni a las franquicias más famosas del cine… tampoco a los autores de los libros más leídos, o los grupos musicales y cantantes más reconocidos… ¿Entonces?

La piratería se da más en los productos populares, aquellos que, a pesar de ella (y en parte por las razones antes expuestas) triunfan de manera aplastante en las ventas de sus contenidos… pero afecta más al pequeño, a aquel que presenta un contenido novedoso y llamativo, pero que no es tan grande y poderoso para asumir el riesgo de sacar al mercado algo que es mejor de lo que parece…

¿A qué me refiero?, simple… un ejemplo: si ves una campaña comercial de una película independiente, o de estudio pequeño, que en luce muy prometedora… y tienes la oportunidad de verla pirata antes de que salga en el cine, pueden pasar dos cosas: si te gusta, probablemente quieras repetir la experiencia en una sala de cine, acompañado de familiares o amigos (o, mejor aún para la empresa, primero con unos y luego con otros).

Pero… ¿y si no te gusta?, entonces no sólo no la verás en el cine, sino que le hablarás a todo el que conozcas de ello, potencialmente creando una mala reputación de boca en boca, lo que, si el suficiente número de personas la vio, como tú, pirata y antes del estreno, amenazarían sus ganancias en la taquilla… pero, en este caso en particular, ¿Vale culpar a la piratería por haber advertido de la mala calidad de un contenido y haber prevenido a miles o millones de personas de no desperdiciar su dinero en él?

Berrinches de autor (y a veces ni de autor).

Lucía Etxebarría

Lucía Etxebarría: Autora española que públicamente culpó a la piratería por su semi-retiro, al declarar que se descargaban más copias ilegales de sus libros de las que se compraban (sin dar explicaciones sobre de dónde obtuvo esos datos). Tiene en su haber una acusación de plagio.

Se ha hecho notar cada vez con mayor frecuencia la sensibilidad que autores (y a veces ni los autores reales, sino quienes poseen los derechos de ciertos contenidos) están desarrollando, donde hasta la guarnición en plato ajeno que se parece a la del suyo les molesta.

Cuando surgió el sitio de videos en línea «YouTube» y el respectivo «boom» del mismo, una de las prácticas más comunes entre quienes subían videos era filmarse a sí mismos cantando o interpretando canciones populares… sin mencionar que, desde la creación del sitio, uno de sus usos más populares ha sido compartir clips emblemáticos de películas, programas de televisión, videojuegos, animaciones y todo tipo de contenido multimedia.

Sobra decir que estos usos, si bien representan una difusión de contenido sin permiso de sus dueños, no tiene fines de lucro… y lo que es más, promueve dichos contenidos y crea conciencia de ellos en mercados a los que quizás no llega su influencia… es lo que podría llamarse en Estados Unidos, un «Fair Use» (uso justo) de esas propiedades.

Entonces… ¿cuál es el problema?, ¿por qué los dueños de los contenidos están presionando a YouTube para acabar con esos contenidos que, en teoría, los pueden beneficiar si saben aprovecharlos?

Puede haber muchas causas, pero la principal es la cerrazón usual que rodea a los fenómenos considerados «negativos» y a satanizar todas sus caras… aún aquellas que no le hacen daño a nadie.

Así es, el problema con ese tipo de contenidos es que, a pesar de su potencial benéfico, son considerados piratería… y ello es difícil de digerir… ¿Realmente le cuesta dinero a la 20th Century Fox o a Rupert Murdoch que alguien suba a YouTube un clip de 30 segundos extraído de un episodio de Los Simpsons?

¿Acaso a Capitol Records le cuesta que te subas a YouTube cantando «Yellow» de Coldplay?, ¿o Asylum Records pierde dinero si te grabas cantando un karaoke de «Hotel California» de The Eagles?

La verdad es que se han envenenado tanto a raíz de la piratería (que realmente no los afecta tanto como creen, o como presumen), que ya ni el uso justo les importa, ya ni por cuidar la cara de sus relaciones públicas, ni por el hecho de que diversos talentos han sido descubiertos, precisamente, tras subir videos de sí mismos cantando en este popular portal parecen reflexionar la intransigencia de su posición. Se niegan a considerar que les conviene que nuevos talentos sean avistados prefiriendo cantar sus creaciones, promocionándolas al mismo tiempo que las interpretan. O que ejemplos de los productos que poseen sean vistos por un gran número de personas que no los habían visto en su medio original, pero que tras ver un clip en el canal de YouTube de un amigo, quizás les den una oportunidad.

¿Quién tiene la culpa?

No puede obviarse que la piratería es una práctica desleal con la que debería acabarse… la pregunta es a quién le corresponde acabarla, y, más importante, cómo.

Se presiona y se sigue presionando para el pase de leyes que pretenden endurecer las penas para quienes incurran en la piratería, borrando cada vez más la línea entre quienes lucran injusta y criminalmente con este negocio y quienes se hacen de los contenidos… lo preocupante, en molde aparte de lo anterior, es que para ello se pretende violar derechos fundamentales, como la privacidad.

En el debido proceso es necesario cumplir una serie de criterios para pasar por encima de los derechos de las personas, y así debería ser, pero en el caso particular de los Estados Unidos, por ejemplo, aprovechándose de las lagunas en las leyes creadas a partir de la paranoia nacida el 11 de Septiembre de 2001, que empezaron a rotar no en base a libertades, sino a la seguridad… ahora las empresas quieren extender este criterio a su conveniencia.

Pero… ¿debería ser así?, con toda honestidad, las producciones más taquilleras de casi cualquier medio de venta directa quintuplican su inversión en días… DÍAS… todo esto vendiendo el producto a precios elevados, pensados para quienes pueden pagarlo (o quienes lo pagan a como pueden) y no en base al valor real de producción y esfuerzo tras él (que con esto no quiero decir que el producto no valga, claro que vale… pero este valor, en aras de la ganancia capitalista es, por lo regular, exagerado).

Este enfoque es el principal promotor de la piratería… y la razón por la que, sin importar cuánto les guste decirlo a los dueños de los contenidos pirateados, cada descarga o venta pirata jamás equivaldrá en todos los casos (ni siquiera en la mayoría) a una venta original perdida.

Si los emporios comerciales que poseen los derechos de los contenidos pirateados se preocuparan por ajustar sus tabuladores de costo/precio/ganancia para ser más equitativos, podrían vender más unidades, a precios más justos y obtener más ganancias… pero la ley del menor esfuerzo y mayor ganancia les impide a la mayoría esa clase de pensamiento y acción, perpetuando el círculo vicioso que tanto parece molestarles…

La culpa es, pues, de las empresas, que invierten mucho, pero venden a un precio inflado sus contenidos, derecho que, por supuesto, tienen y pueden aprovechar a su entero criterio… con las consecuencias que acarrea.

Vivimos en una sociedad donde, invariablemente, el que más tiene, más quiere… donde se promueve penalizar al que siquiera mira de reojo la bolsa de doblones de oro del noble que pasa a un lado… que es precisamente lo que está pasando con este asunto de la piratería, donde las empresas dueñas de los contenidos presionan a los políticos para violar la privacidad y los derechos de todos en aras de que no «roben» sus contenidos, cuando, la realidad, es que la gran mayoría de los que los «roban» no les representarían una venta y otra gran parte de ellos, de cualquier manera comprará o pagará por los contenidos oficiales.

Así que no, la piratería no es el verdadero «coco» de las empresas, pues, como en muchos otros casos en la historia de la humanidad, el «coco» de las empresas son, en este sentido, ellas mismas.

Con todo lo anterior en cuenta, quiero volver a enfatizar que la piratería está mal, por supuesto… y quedan muchísimos cabos sueltos que merecen ser atendidos, como los oportunistas que lucran con el trabajo de otros, todo para satisfacer la exigencia de contenidos a precios accesibles de quienes NO PUEDEN pagar por los originales. Es un hecho que debería lucharse contra estas personas y este fenómeno, no podría estar más de acuerdo; pero todo ello con la obligación ética y moral de respetar los derechos de la gente, sin hacer berrinche, y más importante, sin mentiras, y sin traspasar la ética y el respeto a la libertad de las personas, que son prácticas contra las que también se debe luchar. Pues, a fin de cuentas, muchos de los afectados por estas transgresiones de las grandes empresas y la clase política son, sin duda, clientes leales que gastan su dinero legalmente en contenidos originales… así que, grandes emporios mediáticos de contenidos, cuidado… mucho, mucho cuidado.

Gracias por leer…

Fin de la entrada.